La educación rara vez es prioritaria para el político pero actualmente queda de manifiesto la extrema desidia que hay sobre el tema.
Han tenido que ser las Comunidades Autónomas las que le den el alto al gobierno en su afán por liberarse de uno de los problemas que causa mayor desazón gubernamental; el seguimiento del curso académico. De hecho procuran nombrarlo la menor cantidad de veces posible, no sea que un razonamiento pausado haga poner a la población en pié de guerra contra un gobierno que hace de la improvisación su herramienta ejecutiva.
La educación junto con la salud y el trabajo forman los tres pilares que se deben proteger a toda costa y todos ellos han quedado seriamente dañados tras esta pandemia. No deseo ni concienciar ni criticar gobiernos, solo mostrar una postura razonada desde la que algunos, más por vocación que por negocio, hemos hecho de la formación nuestro estilo de vida.
Gracias de nuevo a todos por seguir ahí.
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